| HOCES DEL MESA
 Las  hoces de uno de los afluentes del Río Piedra, situadas junto al pueblo aragonés  de Jaraba, albergan interesantes colonias de buitres y águilas que todos los  años atraen a numerosos aficionados a la ornitología y al 'trekking'. Desfiladeros vertiginosos y escarpados cañones de tierra  roja y seca marcan el cauce del nervioso Río Mesa, enclavado en pleno  corazón de la comarca aragonesa de Calatayud, siempre driblando en trazados  imposibles los obstáculos que la naturaleza salvaje pone en su camino. 
  Desde la pequeña población de Jaraba, conocida desde hace varios  siglos por las propiedades curativas  de las aguas medicinales de sus balnearios, se extiende una  interesante red de caminos donde el  trekking se convierte en una verdadera aventura en la que el  entorno natural marca las pautas de la vida, no en vano este área ha sido  declarada Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), Lugar de Interés  Comunitario (LIC) y forma parte, además, de la Red Natura 2000.  Entre el complejo sistema de senderos de pequeño recorrido (PR)  destaca el que une los pueblos de Jaraba y Calmarza, una vía que serpentea  entre las Hoces del Río Mesa a lo largo de ocho kilómetros y medio aguas  arriba.  La pista comienza tras el balneario de aguas termales Sicilia y,  tras discurrir unos cientos de metros junto a la carretera Z-453, enseguida  llega a un cerrado meandro protegido por un imponente murallón calizo conocido  como el Sombrero de Napoleón, desde donde el camino se adentra en una profunda  garganta en la que se esconde, en una cornisa de la impresionante pared, el Santuario de la Virgen de Jaraba (siglo XVIII).  Aquí brota un misterioso aceite que la gente de la comarca recoge porque  asegura que cura distintas enfermedades. 
  La senda continúa por el Barranco de la Hoz Seca o Cañada del  Campillo, entre asombrosos paisajes de origen kárstico, cascadas de piedra,  interesantes desplomes y caprichosas formas geológicas.  En estos primeros compases de la aventura, el viajero encontrará  una bifurcación ascendente que lleva hasta un mirador, situado en la parte alta  del cañón, colgado sobre la llamada Piedra de las Estrellas y desde donde es  posible ver de cerca el majestuoso  vuelo del buitre leonado y del águila real, verdaderos  soberanos de estas tierras rojizas y extravagantes. Desde el punto de vista  ornitológico, esta ruta tiene una gran interés, ya que, además, en estas  montañas habitan el alimoche, el hacón peregrino y el búho real, entre otros.  De vuelta a la cañada, el sendero irrumpe sin contemplaciones en un estrecho desfiladero de gran  belleza por donde aún discurre el ganado, dando fe de esto los  refugios o abrigos naturales que aprovechan las oquedades de las paredes y que,  tradicionalmente, eran usados para resguardar los rebaños. Más adelante se  llega a un cruce de caminos y el sendero gira a la derecha en dirección a  Calmarza, a tan sólo tres kilómetros. 
  El último tramo discurre, primero, por estepa y, luego, por  campos de almendros a las faldas de espectaculares paredes calizas que dan  cobijo a una numerosa colonia de buitre común. En Calmarza, además de una  antigua torre vigía y una iglesia románica del siglo XII, es posible disfrutar  de unas hermosas cascadas de agua. Fuente: elmundo.es  |